Un proyecto europeo redescubre el ahorro energético de la casa tradicional
Biourb, con un presupuesto de un millón de
euros, persigue trasladar a la arquitectura moderna el sistema constructivo de
Arribes del Duero
En las casas de pueblo y en las bodegas
subterráneas uno siempre está fresquito en verano y calentito en invierno. O al
menos eso ocurre mientras no se hayan puesto parches con materiales más modernos
como cementos, plásticos y telas asfálticas donde no eran necesarios. Pero ese
confort no lo lograban los abuelos por casualidad, sino que era fruto de una
auténtica sabiduría constructiva tradicional. Hoy día esas edificaciones se
miran como ejemplo de eficiencia y ahorro energético de cara a un futuro próximo
en el que los combustibles no son interminables. Por eso, los expertos buscan
los parámetros que permitan crear un modelo de construcción y la rehabilitación
de edificios más eficientes desde el punto de vista energético, alejado del
actual en el que se ha disparado el consumo de energía. Incluso van más allá y
persiguen crear nuevos procedimientos de certificación de edificios que permitan
utilizar los materiales tradicionales, como la piedra, el barro y la
madera.
Minimizar la demanda energética de los edificios y los núcleos
urbanos es precisamente el objetivo del proyecto Biourb (acrónimo de Diversidad
bioconstructiva transfronteriza, edificación bioclimática y su adaptación a la
arquitectura y urbanismo moderno), que se basa en el análisis de las
edificaciones tradicionales de la zona de Arribes del Duero, donde gracias al
trabajo de campo se ha comprobado su eficiencia energética. Después se
intentarán reproducir parámetros como la humedad y la temperatura, y también los
materiales.
Glorias romanas
Ejemplos como las antiguas glorias romanas convertidas hoy en
suelos radiantes demuestran que es posible reproducir esa eficiencia energética
de los edificios tradicionales de los Arribes del Duero.
Este plan se enmarca dentro del Programa de Cooperación
Transfronteriza España-Portugal desarrollado con el apoyo de la Unión Europea y
la cofinanciación comunitaria del Feder y el Poctep. El proyecto cuenta con un
presupuesto de un millón de euros. El 75% procederá de la UE y el resto, de los
socios. El Ente Regional de la Energía de Castilla y León en Cala (Eren) lidera
a los otros siete socios de este proyecto: en España, el Ayuntamiento de
Trabanca, la Fundación Cidaut (del Parque Tecnológico de Boecillo) y el
Instituto de la Construcción de Castilla y León; y en Portugal, los
ayuntamientos de Braganza y de Mogadouro, y el Instituto Tecnológico de
Braganza.
Este plan acaba de ser presentado en este municipio salmantino de
Trabanca, donde se anunció que la bodega subterránea comunitaria de El Pulijón,
en Fermoselle, y una vivienda de la localidad de Gáname, pedanía del municipio
de Bermillo de Sayago, ambas en la provincia de Zamora, serán dos de las
construcciones que monitorizarán los responsables del proyecto Biourb para
identificar y estudiar el funcionamiento de las soluciones bioclimáticas
tradicionales y aplicarlo a la rehabilitación y la arquitectura modernas.
La semana pasada acudieron a Trabanca los dos arquitectos
responsables del proyecto, Pablo Farfán y Pablo García Bachiller, que de momento
ya han realizado el trabajo de campo. Farfán explica que, durante tres meses, se
han realizado 7.000 fotos geolocalizadas (con información de latitud y longitud)
en 80 municipios de España y Portugal, antes de elegir 26 poblaciones y
conjuntos urbanos, en los que se han marcado 85 edificios por su especial
interés desde el punto de vista de la bioconstrucción y la bioclimática.
Después de hablar con alcaldes, vecinos y repartidores de gasóleo
han llegado a la conclusión de que, mientras en una casa nueva de Fermoselle los
gastos de combustible se elevan a 1.200 euros, en una vivienda tradicional del
mismo municipio el coste es, como máximo, de 200 euros. El ahorro del coste de
energía oscila entre el 70 y el 90% en las casas tradicionales. Chimeneas
recuperadoras y de lucernario de adobe, glorias, grandes muros de piedra y adobe
son los elementos responsables de la eficacia energética en las construcciones
de esta zona de la Raya.
El Pulijón
Uno de los ejemplos elegidos es la bodega subterránea comunitaria
El Pulijón, en la que los vecinos pueden celebrar el Fin de Año, el 31 de
diciembre, donde se produce una refrigeración por geotermia gracias al sistema
tradicional de albañales, que combina fuentes, aljibes, neveras, e incluso la
humedad de las emanaciones de la roca. Al evaporarse el agua por un sistema de
ventilación, se refrigera la bodega.
Además será monitorizada una vivienda construida en Gáname en 1870,
en la que el calor de la chimenea recuperadora ya se conducía por un sistema de
radiadores en invierno, además de provocar el efecto de un invernadero con una
galería acristalada orientada al sur. «Con un par de días de chimenea, la casa
mantiene una temperatura constante gracias a que el calor se almacena en los
muros», continúa el arquitecto, para quien «hay que volver a construir con masa
térmica».
Pues bien, durante un año, tanto la bodega como las viviendas serán
monitorizados con medidores de humedad y temperatura, de la velocidad y la
dirección del viento en la zona. Después, el Cidaut se encargará de modelizar
los datos obtenidos a través de programas informáticos de certificación
energética. «Una vez que se analicen los principios físicos que rigen la
arquitectura tradicional con las nuevas herramientas y los programas de cálculo,
es decir, una vez que se pongan los números, se logrará esa misma eficiencia del
pasado con las comodidades del presente»
Fuente de la notícia: http://www.elnortedecastilla.es/20120802/local/proyecto-europeo-redescubre-ahorro-201208021759.hltm
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