En un momento en el que el prefijo eco se usa en arquitectura como cierto
reclamo publicitario, Barcelona acaba de levantar su primer bloque de viviendas
con certificación energética A. Una obra del estudio SaAS para el Patronato
Municipal de la Vivienda que aúna sobriedad, eficiencia y biohabitabilidad.
Esta calificación -que va de la A, para los edificios más eficientes, a la G,
para los menos- está recogida en la
directiva europea de nuevas
construcciones. Es una catalogación que permite a los residentes saber cuáles
son las características energéticas, especialmente de consumo, de las casas que
van a habitar, algo que puede ser importante a la hora de decantarse por una
compra.
Para este
nuevo bloque de 94 viviendas repartidos en siete
plantas, ubicado en un irregular solar en el distrito tecnológico 22@
-una zona de reducido uso residencial- el estudio que dirige Joan Sabaté ha
optado por crear un edificio elegante y contenido en lo formal. Y, al mismo
tiempo, muy exigente a la hora de reducir su demanda energética, unas cuatro
veces inferior de media al de un bloque convencional actual.
La edificación, cuyas
fachadas están construidas con un
sistema de placas de aislamiento especial de 12 centímetros,
permite una fachada ventilada, con unas persianas-celosías de madera que sin
impedir que entre luz sirven de protección solar eficiente. Cuenta también con
un patio interior de vegetación que sirve además para crear un espacio
comunitario para los vecinos, explica Sabaté.
Para la obtención de su correspondiente categoría de eficiencia, los
edificios deben superar unas prescripciones relativas tanto a la envolvente de
la construcción como a los
sistemas térmicos de calefacción,
refrigeración, agua caliente sanitaria e iluminación. La calificación A
se obtiene si el consumo de energía del edificio es un 55% inferior a la media
(el sello G lo reciben las construcciones que consumen un 125% más de la
media).
Para mejorar la eficiencia energética, el estudio SaAS -que lleva muchos años
con proyectos de edificios sostenibles entre manos- ha actuado con todos los
medios posibles -especialmente pasivos- a la hora de
reducir al máximo
tanto la necesidad de energía. Pero, curiosamente, este bloque,
construido en hormigón y en el que predomina también la madera, no dispone de
placas fotovoltaicas.
"La cuantificación del ahorro se ha hecho a partir de
programas de
simulación. Estamos hablando en una reducción del consumo del 75% en la
calefacción, que supone más de la mitad del consumo total de un edificio",
recalca Sabaté.
Este bloque de viviendas situado en la calle Roc Boronat, en un área donde se
está levantando el nuevo 'skyline' barcelonés (con la Torre Agbar, edificio RBA,
la sede de la UPF o el hotel M, entre otros "protagonistas"), es
el
primero conectado también a la red District Heating, que genera
agua caliente a partir de la energía de la planta de residuos del
Besós.
Además de hacer hincapié en aspectos energéticos, los arquitectos han
mantenido estrictos criterios de bioarquitectura. "Eso significa que
no
se han utilizado productos químicos, que los aislamientos son
naturales, que las pinturas interiores son minerales, no plásticas, que no hay
barnices tóxicos o que la ventilación transversal está garantizada. Todo esto
hace que vivir aquí, además de ser más económico desde el punto de vista
energético, sea también más sano", y con un coste similar al de otras
construcciones, añade Sabaté.
Los pisos, cuya superficie ronda los 80 metros cuadrados, albergan ya desde
hace unas semanas a sus
primeros moradores, que dicen estar
encantados con las viviendas. Entre ellos está Roberto Corral, un joven que se
está instalando en el edificio y que en estas semanas de verano ha podido
comprobar la eficacia de la construcción para evitar el calor.
"La casa
se mantiene muy fresca, tiene una doble capa de lana mineral en las
paredes con buena instalación. Es un edificio que controla muy bien el calor",
apunta.
Para Sabaté, lo importante de este proyecto no es que sea el primer edificio
de viviendas de Barcelona con calificación A, sino que sirva para
abrir
el camino que apueste por una arquitectura de sostenibilidad real y no
de escaparate, a la vez que anime a rehabilitar el actual parque, muy
envejecido, para hacerlas más eficientes.
Además de este bloque, hay ya en la capital catalana
otra quincena de
viviendas que se están terminando o se están proyectando que obtendrán esta
calificación A. El pasado julio se inauguró, también en el 22@, el
'Twentytú', un ecohotel high-tech de 64 habitaciones que
ostenta a su vez el honor de ser el primero de Barcelona con esta certificación
A, y que combina la eficiencia energética y las nuevas tecnologías y todo a
precio 'low cost', lo que demuestra que la vanguardia no está reñida con el
coste.
Fuente de la notícia: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/07/suvivienda/1344336935.html